Hace algunos años escuchaba un programa de radio
todas las tardes, en la sobremesa. El locutor se despedía invariablemente con
estas palabras “Busca la belleza, es lo único que vale la pena en este
asqueroso mundo”. A fuerza de repetirlo él y escucharla yo, y a pesar de una
posible contradicción en sus términos, me embarqué en una expedición en su
búsqueda. Por supuesto que no conocía la belleza ni lo que ello podía
significar, pero aún así debía intentarlo, tanta fe ponía aquel hombre en lo
que decía que tenía que, sin duda, existir.
Tras larga y penosa travesía surcando mares
de incertidumbre y estrechos de congoja donde la duda marcaba el norte de una
brújula imaginada, arribé a un puerto, quizás también imaginario, fruto del
deseo de encontrar lo que hallaba buscando, posiblemente fuese sólo una
alucinación de una mente cansada y casi derrotada.
Pero desembarqué en él, a modo de bienvenida
al extranjero divisé a lo lejos un monolito y hasta allí me dirigí. En una
inscripción grabada a cincel en la piedra se podía leer “Si tu mente no lo capta, prepara
entonces tu corazón”. No supe
en ese momento el significado de aquellas palabras, me alejé del lugar y dediqué
las siguientes horas o quizás días, a recorrer las callejuelas de aquel
suburbio donde la miseria prevalecía sobre todas las cosas, las embrutecía de una manera casi perversa.
Pero si os estoy contando esto es porque
finalmente hallé lo que andaba buscando, sentada en un oscuro rincón apenas sí
reparé en ella, de hecho tuve que desandar unos pasos porque había pasado por alto su presencia, pero algo
me hizo retroceder y fijarme en ella. Muda y solitaria me tendió la mano,
juntos recorrimos senderos en los que pude distinguir signos irrevocables para
mí de su presencia, si bien desteñidos por la incesante lluvia, por el barro
del camino y la pobreza. Sin embargo, en la mirada de toda aquella gente que se
iba cruzando en mi camino, o yo en el suyo, descubrí, sin lugar a duda, que
realmente existía la belleza.
A partir de entonces todo ha sido más fácil,
la belleza no está en el objeto en sí, sino en los ojos del que mira.
Abril´2013