viernes, 9 de marzo de 2012

LA SALIDA


"En el fragor de la batalla no se puede pensar. Tan sólo buscas la salida en este vacuo túnel que es la vida. ¿Cobardía o instinto de supervivencía?

En ese tunel encontré muchas personas, demasiadas...Todas ellas con la mirada perdida, algunas con los ojos en blanco, vagaban sin rumbo fijo. No sabía por dónde salir, me acerque a una de ellas, una mujer de larga melena oscura y tez morena. Cuando le hablé, por unos momentos dió a entender que me comprendía, quería responder, pero no lo hizo, creo que olvidó como se hace. Pero acertó a señalar con el dedo índice hacía un largo pasillo que se abría a la izquierda, para acto seguido señalar en dirección contraría, y después en otra... Allí la dejé, inmersa en un ir y venir de gestos. Me alejé de ella lo más rápido que pude contando que estaba todo mi ser ensangrentado. Agotadas las fuerzas, cayó mi cuerpo al suelo húmedo y frío de aquel lugar, recogí mis piernas, rodeándolas con un débil abrazo y se inició una suerte de convulsión entre sollozo y sollozo. No sé cuanto tiempo mantuve esa posición, sólo recuerdo que una voz me habló. No tenía fuerzas para levantar la cabeza y mirar a los ojos de mi interlocutor, solo quería dormir, descansar para siempre. La voz me dijo: "Cada uno tiene su propía salida". Ya no recuerdo nada más.
Cuando más tarde, no recuerdo cuando, abrí los ojos, me encontraba en una amplía y luminosa estancía, de un blanco refulgente. Mi cuerpo, vendado, era observado a cierta distancia por un hombre vestido, a su vez, de blanco que tomaba notas en un bloc. En ese momento pensé que ella, a su manera, también tenía razón...

"El horror de la guerra" (Extracto de la obra "Tratado de la filosofía del alma humana" - Josephine McNamara)