jueves, 27 de diciembre de 2012

LA PALABRA



A Usted que ama la palabra, 
que se deja envolver 
y seducir por ellas, 
entabla una suerte 
de juego de seducción,
en el que las penetra, 
vertiendo en ellas su semilla,
con la esperanza de reivindicarse, 
perpetuarse en ellas.

Pero Usted no es hombre
de una sóla palabra,
tal y como queda prendado
de una, que se le antoja
pueril, grácil, etérea...
pierde el sentido por otra,
que se le aparece como 
descarada, fresca, arriesgada...
¡Oh, Cómo es Usted!

Si un día decidiera casarse,
seguro lo haría con una rima,
mas debería cumplir dos requisitos,
sí, tan sólo dos,
ser cadenciosa, a la vez que evocadora.
Pero no nos engañemos,
le sería infiel, 
al desliz de un instante,
de un golpe de voz.

                        Abril en el final de un periodo





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