miércoles, 6 de julio de 2011

EL CIELO ESTRELLADO




Qué haría yo por tí,
qué haría...

Imaginaría un plumero
con la estela
de las estrellas,
y con él barrería
el polvo fecundador
que tanto te atormenta.

Llenaría con él,
un saco de brillos,
de vivos colores,
cerrado, lo llevaría
al espacio guiada
por ese plumero.

Allí lo abriría y en él
me introduciría,
buceando entre el polvo
grupos formaría:
aquí el polvo de olivo,
allí el de pino,
en este el de manzano,
en aquel de cerezo,
más allá de siempreviva,
a su lado de prímula,...
y en todos ellos
¡una pizca de picardía!.

Ahora, ardúa tarea
el diseminar estos paquetes
por el firmamento
para que sean mis luceros
en las noches de abril y mayo.

El tiempo apremia,
pués el amanecer
amenaza con aparecer,
y el intento será conjurado.

A mi auxilio acude la luna,
que con un guiño cómplice
dirigiéndose hacía el sol,
entona una dulce melodía.

El sol vuelve la mirada
hacía la eterna inalcanzada
olvidando amanecer
acunado por esa ensoñación.

En la Tierra, las Musas,
guardan el sueño de mi amado,
no puede despertar hasta que
la tarea haya finalizado.

"Duerme, hermano mío, duerme,
hombre hecho Dios
por el sueño de una humana."

"Duerme, hermano mío, duerme,
no sepas lo que pasa
ni lo que ocurre."

Agotada por el esfuerzo,
temiendo no poder concluir,
en su ayuda acuden
los cuatro vientos,
para que dispersen
los luceros de mi firmamento.

El último saquito
lo deposito junto a la Luna,
le hará compañía,
le llamaran Lucero del Alba.

Caigo fulminada por el sueño,
despierto junto a mi amado.

Él duerme,
el día amanece,
la Luna desaparece,
las Musas se las lleva el viento.
Le miro y sonrío,
una cautiva melodía
asoma a mi mente.

"Duerme, amado mío, duerme,
no sepas lo que pasa
ni lo que ocurre."

Y así quedó conjurado
el tormento de mi amado.

Abril en Primavera.








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